sábado, 28 de febrero de 2015

La gente me agota.

Sé que estoy más suceptible de lo normal. Pero también es comprensible, estoy en mitad de mis exámenes finales y me parece que todo es a vida o a muerte. Tengo muchas ganas de terminar y empezar a hacer otras cosas diferentes, pero aunque el fin está cerca, cada vez me parece que está más lejos.
Y tengo unas amigas que no lo entienden. No paran de hacer planes, quieren ir a todas partes, salir a todas horas, beber... Y me jode, porque cuando ellas están en las peores semanas del curso, a mí no se me ocurre atosigarla con planes todos los días o con querer estar de marcha todos las noches.

Y antes siempre acababa cediendo, pero este año me propuse ser más egoísta. Ya está bien de estar agobiando al personal.
A veces es que me siento una mujer todoterreno con ellas: amiga, psicóloga, madre, hermana y maestra. Y es como que se cumple lo de ''el que se entrega entero, jamás regresa entero''.
No quiero decir con esto que sea la mejor persona del universo, pero es que estoy harta de que me chupen la sangre. Llega un punto en el que de tanto dar consejos, de ser el pilar de apoyo, de ser comprensiva, te gastas y cuando necesitas estar fuerte, ya no te queda nada. Y no hay feedback.

Y otra cuestión es el dinero. Estoy trabajando, si, pero la bonificación que estoy recibiendo por trabajar no es ni mucho menos un sueldo ''normal''. Estoy colaborando en los negocios familiares, pero vivo en casa de mis padres, como de su comida, hago gasto como cualquiera de este miembro de la familia. Por lo tanto, mis ahorros son muy escasos.
Así que tengo que elegir muy bien en que me gasto mi dinero. Y como todos, prefiero invertir en cosas que de verdad me gustan y me hacen disfrutar. Así que no voy a gastarme la pasta que tenga en ir a festivales en el quinto coño, para estar tirada en una tienda de campaña, atestada de gente. No. Cada vez me gustan menos las aglomeraciones y el barullo. No.

Me gusta ir a la playa, disfrutar del sol, leer un buen libro, dormir en una buena cama. poder darme una ducha tranquilamente, arreglarme para salir a los sitios, tomarme una cerveza o una copa en un sitio sin tener que estar pegando voces constantemente, bailar si la música invita a ello.

Ya estoy el resto del año, mamándome deprisa y corriendo de vodka barato, yendo a los dos únicos pubs de la ciudad que se llenan de gente y de humo, chillando más que conversando y acostándome a las siete de la mañana hecha una piltrafa. Paso.
Es una mierda vivir dónde vivo, pero es lo que hay y procuro no quejarme. Pero cuando llegan las vacaciones, necesito desconectar. Y me repatea que mis amigas, no lo entiendan.
Que lo mismo le dan porculo a las vacaciones de amigas y hago el camino de Santiago, que llevo años queriendo hacerlo. Y me voy sola. Y al menos lo que me gaste, me lo gasto en mí misma y en disfrutar de una experiencia que me va a aportar muchísimo más que una resaca.

En fin... Sigo con los exámenes y con mis cosas.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Absurda comida.

Raras horas las de actualizar.
Llevo despierta desde las tres de la mañana "estudiando" para un examen a las 11 y 30. Todo porque ayer mi cabeza no estaba por la labor y era eso o suspender, aunque espero que no.

Esta semana de locos me está costando la vida mantener la concentración a un nivel normal. No se me da bien trabajar bajo presión y lo que tengo encima es más bien un marrón curioso : una porra de exámenes, recuperaciones y elección de las prácticas.
Lo de las prácticas es lo que menos me preocupa, porque ya he trabajado antes, no es algo que me suponga un miedo terrible, pero tampoco es algo de lo que me desentienda. Son tres meses en una empresa, que dependiendo de mi suerte, puedo estar más o menos cómoda.
El problema son las recuperaciones. Por suerte, tengo cuatro días de puente de por medio, que puede que me salven la vida un poco.

Lo que peor llevo es la comida. Hacía tiempo que no tenía tantísima ansia por comer como en estos días, supongo que también influye el estar con la regla. Me siento igual que hace cuatro años, cuando después de haber perdido seis kilos a base de una dieta hiperproteica y llevar tres meses sin regla, se me desató el monstruo del hambre. Se me fue por completo de las manos.
Odio no tener control sobre mis funciones más básicas. Igual que no duermo cuando quiero, o no follo cuando quiero, ¿por qué no como cuando quiero? Puedo tener bajo control todo, menos eso.
Y a pesar de mi personalidad caótica y sin definición, me gusta poder tener decisión propia sobre lo que hago y lo que no.
Por supuesto, no son los atracones tan inmensos como los que me daba en aquella época. Mi pobre estómago no lo soportaría. Pero me repatea sentirme llena, apunto de estallar.

De hecho, son las cinco de la mañana y ya tengo hambre otra vez. Joder la gente se pasa las horas enteras sin comer nada y yo tengo que estar picoteando constantemente engañando al estómago.
Llevaba mucho sin tomar café y me he tomado uno. En parte porque el café me espabila mucho más que el té y en parte, porque me quita las ganas de comer. Eso y beber cantidades ingentes de agua.
Y si lo que comiera fuera saludable... pues tendría un pase. Pero no, son todo comida sin ningún tipo de aporte energético o aprovechable. Mierda solamente.

En fin, sigo con lo mío.

sábado, 21 de febrero de 2015

Sábado de marujeo.

Me despierto a las ocho. Voy como los zombies a la cocina a hacerme un té y prepararme un par de tostadas. En el salón todo está en silencio absoluto. Me vuelvo a la cama con mi botín, me siento y enciendo el portátil. Leo, leo, leo. Primero me como las tostadas y después me bebo el té. Escucho ruido. Miro el reloj. Es tarde ya, voy a ponerme a hacer el trabajo. Puff. Coñazo.
Me pongo a leer, de nuevo. Se van todos de nuevo. Me quedo sola. Pongo la música a todo volumen en el portátil.
Limpio mi habitación. Voy al baño. echo agua caliente en el lavabo, vierto lejía. Froto con fuerza. Limpio el espejo. Menudo cráter volcánico me ha salido en la mejilla. Puta regla. Me voy al otro baño. Igual, frota que te frota. Voy a la parte de la pila. Lleno el cubo de agua fría, dos tapones de amoníaco. Lleno la lavadora. Detergente. Bajo los escalones. Barro el pasillo. Friego el suelo. Vuelvo al salón. Llaman a la puerta. Sermón de mi tío. Hasta luego. Barro el suelo, sacudo los cojines del sofá y doblo bien las mantas. Me preparo la comida. Una hamburguesa de pollo. Agua.
Me doy una ducha.

Esa ha sido mi mañana. Se supone que iba a "hacer un trabajo", pero me parece una asignatura completamente absurda y no tengo ni ánimos para pensar, ni para explayarme en mi comentario personal. El coche de casa se ha estropeado y ahora tenemos que buscarnos la vida para poder trasladarnos. Vivir fuera de la ciudad, es un auténtico coñazo y más si hace un día como hoy, que apesta. Es como si todo tuviera una tonalidad grisácea opaca. Me pone de los nervios.
Tengo que tender la lavadora, y fregar los platos. Y después irme a trabajar.
Aparte he pescado un resfriado que me hace estar quejumbrosa y pidiendo mimos todo el rato, pero no están los ánimos para regalar abrazos ni besos. Genial.
En fin, no todo iban a ser copazos y baile, hoy tengo un día de señora de la casa.

jueves, 19 de febrero de 2015

Días sosos.

Era de esperar que este examen tampoco me saliese bien. Pero bueno, no puedo quejarme mucho después del poco tiempo que le he dedicado. Se acerca el final y me estoy quedando sin fuelle.

Ayer volvió a darme el bajonazo. Yo soy de esas personas que no sirve para estar haciendo cosas que no le gustan. Y más durante un largo plazo de tiempo. Decidí cursar este ciclo porque estuve un año parada en casa sin trabajo y sin hacer nada, y me subía por las paredes. Lo que no sabía era el esfuerzo que me iba a suponer estar donde estoy ahora, y lo poco que me iba a gustar.

La parte positiva de todo esto, es que sé de verdad, que esto no me gusta absolutamente nada. Por eso también estoy un poco autocasigandóme por haber abandonado la carrera, porque cada vez tengo más claro que fue el efecto de los examénes de Septiembre, un año anterior nefasto que todavía me pesaba y tener 18 años. Me agobié de mala manera y la cagué. Pero no puedo estar empezando cosas y dejándolas a medias, por eso, quiero acabar este ciclo, aunque sea para darme el gusto de saber que lo que empiezo, lo termino. Así que ahí estoy intentando poco a poco dejarme pocas asignaturas para las recuperaciones y terminar de una vez por todas.

Ya tengo los resultados de mis análisis. La verdad es que está todo bien, nada extraño, todo en orden.
Me alegro de que todo esté en su sitio, aunque los dolores de cabeza sigan dando la lata. Viviré a golpe de Naproxeno y ya está, el médico no me ha dado otra solución mejor.

Últimamente fantaseo mucho con volverme a tatuar y creo que si consigo el dinero, voy a autoregalarme otro tatuaje. Del último hace como tres años, y éste también estará oculto de la vista de los demás, porque me parece que es lo mejor que puedo hacer. No va a ser nada excéntrico, ni extravagante. A pesar de lo mucho que me gustan los tatuajes grandes, coloridos, diferentes, para mi, creo que lo mejor son líneas simples. Y estoy casi segura al cien por cien de hacérmelo, porque llevo más de un año pensando en la posibilidad. Así que no sé, igual dentro de dos o tres semanas, me animo.

En fin, vuelvo a estudiar, que ahora de momento es lo más importante.

P.D: He visto una película que me ha fascinado muchísimo. No sé si es más o menos conocida, sé que fuera de España ha tenido mucho más público que aquí. O eso creo. De todas formas, la recomiendo muchísimo se llama Nymphomaniac, y se divide en dos volúmenes. A simple vista por el título, puede parecer una película meramente sexual, pero de verdad, tiene un trasfondo que es genial. La primera parte es mucho más literaria, hay más escenas de sexo explícito y el ritmo es ligero, pero a la vez contundente.
La segunda parte (para mí la mejor) muestra la decadencia, la depresión, la asfixia, estereotipos, cánones y un final que no dejará a nadie indiferente.

domingo, 15 de febrero de 2015

Resaca carnavalesca.

Se sabía que hoy pasaría el día tumbada en la cama. El alcohol me deja K.O, hecha pedazos y me meto en mi habitación durante todo el día, sin interaccionar con nadie.

Me esperaba estar bastante más afectada, por varios acontecimientos.
-1. Me bebí media botella de vodka. Hacía años que no me bebía tantísimos cubatas. La verdad es que esperaba pillar el punto, pero más que punto, fue puntazo. De todas formas no peso 40 kilos ni soy escuálida, ni débil, por lo que es normal que lo tolerase bastante bien. Fue un pedete gracioso. No fumé absolutamente nada, y eso que había un porro por ahí para compartir entre todxs. Pero, me gusta ser fiel a mis propósitos a dejar de fumar, y como soy Doña Extremos, prefiero ni catarlo. De todas formas el disfraz y la peluca me apestaban a tabaco.

-2. La historia que empezaba a tomar forma con alguien diferente, se va al traste. Definitivamente. Soy de esas sufridoras que le gusta que las cosas vayan saliendo solas, sin ayudas, ni amigas celestinas. No me gusta que la gente forme parte de esas cosas que salen con naturalidad, prefiero que todo tenga su propio ritmo. Pero no contaba con que una de mis amigas, iba a saltarse mi norma e iba a intervenir. De todas formas ha estado bien, pues he tenido la certeza de que estaba ilusionandóme en vano, ya que confirmo que el chico en cuestión, quiso algo conmigo hace tiempo, pero que ahora no estaba en ese punto. Pues me parece genial saberlo, aunque sea una verdad secreta. También me estaba empezando a cansar tener que estar explicándole todo a cada rato. Me gusta que la gente tome iniciativa en la vida, que no sean espectadores de lo que les pasa a otros, y que si no les dan órdenes no hacen nada. Así que tan amigos.

-3. Volví a ver al otro. Y cómo siempre pasa, cuando lo veo después de mucho tiempo, se me agarra una desagradable sensación de inseguridad en el estómago. Como un puñetazo hacia abajo, que te tumba toda la fuerza de voluntad. Pero estoy orgullosa de haber sido capaz de saludarlo, charlar cinco minutos y pirarme. Es lo mejor que pude hacer.

Y tengo que  hacer cosas para clase, y estudiar para un superexamen el miércoles. De verdad, no sé que demonios me pasa. Quiero estar concentrada, quiero ser la misma que antes se ponía a estudiar y captaba las cosas, que no necesitaba que le estuvieran repitiendo las cosas veinte veces. Es increíble la poca capacidad de concentración que tengo. Escribiendo soy perfectamente capaz de abstraerme por completo, pero estudiando o a veces incluso, leyendo es imposible.

De cualquier forma, me encuentro bien conmigo misma. Creo que empiezo a dar carpetazo a las cosas con más facilidad, y eso en mi, hace unos meses, era impensable. Me siento hasta mayor.

jueves, 12 de febrero de 2015

Formidable.

Aunque hace un par de entradas, conté la traumática experiencia de mi ataque de ansiedad, estos días posteriores he descubierto que me ha venido asombrosamente bien.

De alguna forma, he liberado toda la presión que tenía en mi mente y en mi cuerpo, que se ha manifestado en forma de nerviosismo y dolores de estómago.
Ya no los noto, aparte también porque la ausencia de café ha hecho que mis digestiones sean mucho menos duras. De todas formas, he ido al médico estos días, para asegurarme de que todo está en orden. Espero los resultados para dentro de un par de semanas, haber qué tal.

Creo que he recuperado mi orden mental y estoy intentando priorizar. Ello conlleva estar todo el tiempo decidiendo que es lo que tiene más importancia y lo que no. Hay gente que se merece nuestra importancia y hay gente que para nada, por lo que estoy prescindiendo de sus peticiones y sus lloreras.
También he recuperado un poco mi inteligencia emocional. Eso se traduce en que se identificar qué es lo que me pone triste o qué es lo que me hace feliz. Cuando estoy en casa, trato de escuchar toda la música que puedo porque eso me hace sentirme genial y viva, al igual que también hace que me sepa identificar a mí misma. Por eso cuando me siento desbordada, recuerdo las canciones que me despiertan esa parte dormida de mí y a veces canto, a veces sonrío, y casi el ochenta por ciento del tiempo lloro. Pero ya no es llorar por llorar, lloro porque estoy triste, por un recuerdo o por algo en concreto. Parecerá una gilipollez, pero lo cierto es que he llorado mucho estos meses, la mayor parte del tiempo sin saber por qué. Me gusta tener claro qué me pasa y porqué me pasa.


Ahora mismo lo que más debería de importarme son mis estudios, aunque no lo hacen con la fuerza y la motivación que debieran, pero es que es difícil estar estudiando, trabajando y pensando  al mismo tiempo. También me agobia la posibilidad de no regresar a la universidad, porque aunque no es algo que tenga completamente claro, me gustaría poder tener la opción de escogerlo o descartarlo en caso de que sea necesario.

En historias sentimentales, algo empieza a cocerse, pero no estoy muy segura de que sea correspondido. Quizás sólo es por entretenimiento, como ya dije, pero me gustaría que por una vez saliese bien. Desde luego estoy siendo paciente y le estoy echando imaginación, así que espero que funcione. Y si no funciona, no voy a fustigarme más. La gente no suele hacer lo que espero, así que no va a ser una excepción. De momento sólo son destellos, igual sólo queda en esto.

Y con respecto a la historia de 2012, sigo escribiendo, pero estoy falta de inspiración. He cambiado el último capítulo como unas tres veces, pero no sé. Voy a seguir escribiendo, porque en cualquier momento, la cosa más estúpida me sirve de inspiración.

Y de físico... Pues no sé. Hay veces en las que me considero aceptable, otras veces huyo de mísma
. El problema es cuando uno sigue luchando contra sí mismo, como si fueses tu peor enemigo. Y tengo que aceptar que soy quién soy, y que partiendo de ahí, podré ir cambiando, pero mientras siga haciendo de esto un mundo, no habrá nada que me salve. No sé, en ese aspecto estoy realmente confusa.


lunes, 9 de febrero de 2015

Un lunes diferente.

Después de todo ha sido un gran fin de semana.
No porque el Sábado saliera hasta las mil, si no porque literariamente hablando, ha sido un fin de semana súperproductivo.
Y eso me hace inmensamente feliz, porque parecerá algo ilógico, pero a mí escribir me da la vida, lo que no llego a comprender es como puedo dejarlo tan apartado y durante tantísimo tiempo.

He retomado una historia que empecé allá por el 2012, pero que aún me rondaba la cabeza. Fue leer los últimos capítulos y un chorreón de inspiración me sacudió el cerebro, con lo cual empecé a escribir y a tratar de darle forma de nuevo. De hecho cuando publique esta entrada, es lo primero que pienso hacer antes de nada, releer la parte por la que me quedé ayer tarde y volver a escribir.

También he descubierto un grupo nuevo que es genial, de momento no sé en que idioma cantan, pero pienso averiguar más acerca de ellos. Es curioso, cómo antes cuando algo me gustaba, le ponía todo el empeño del mundo, me aprendía todo lo que tuviera que ver con esa cosa en particular, buscaba información, leía artículos, biografías... Muchas veces la pena de crecer y volverte adulto, es que te arrebata la ilusión de enamorarte de algo de nuevo. Y eso es lo espectacular, lo que me hace sentirme genial conmigo misma, que veo que aún quedan pizquitas de esperanza para mí.
Y puede parecer una auténtica gilipollez comparar una cosa con otra, porque el amor es algo tan intangible como real, y que lo encuentre en esas pequeñas cositas, canciones, libros, frases... Me hace pensar que no todo está perdido, que no soy tan gris como creo.

De hecho hoy tengo que trabajar y que estudiar y ni si quiera eso me perturba. Ni todo el mal humor que he respirado hoy. Tengo el estómago lleno de alegría, y por momentos parece que voy a echar a volar. ¿Por qué dejé de escribir?
Por gilipollas, supongo. Porque dejé que otras personas tomaran el rumbo de mis alegrías. dejé que las circunstancias me derrumbaran la moral, obvié a aquellos que se preocuparon por mí.

Mi habitación que el noventa por ciento del tiempo me parece una cárcel, me parece hoy el lugar más maravilloso del mundo. Incluso aunque tenga las manos heladas, y me duela la cabeza, hoy está siendo un día estupendo.
Hoy creo que podría hacer cualquier cosa.



sábado, 7 de febrero de 2015

Resumen semanal.

Digamos que ha sido una semana bastante dura. No he tenido ánimos para hacer muchas cosas, más bien me he dejado llevar por las horas del día y las cosas que no podía pasar sin hacer, como ir a clase o a trabajar.
El miércoles exploté como una loca. No recuerdo una sensación tan extraña desde hace al menos tres años o cuatro, justo antes de coger el bus para la capital a hacer selectividad en la uni.
Me dio un ataque de ansiedad, propiciado por los gritos de mi madre, los míos propios, los nervios preexamen (he suspendido, por supuesto) y los wathsapps de gente bombardeándome el móvil.

Esto me hace pensar que estoy más jodida de lo que yo creía, porque como bien he dicho antes, hace bastante tiempo que no pierdo el control de esa manera.
En parte me vino bien, porque es como si hubiese pinchado un globo con una aguja afilada. Pum. Todo estalló en cuestión de un minuto, lloraba pero luchaba por tragar aire como una loca, bajo la desesperada mirada de mi madre que no sabía que hacer. Creo que recuperé el control porque ví que a ella también se le estaba empezando a ir la pinza y que íbamos a montar un manicomio en cuestión de minutos, asi que me relajé, y me tranquilicé.

Es curioso la forma que tiene nuestro cerebro de anularnos por completo cuando no podemos más.
Acumulamos tensión, rabia, miedo, frustración, ira, gota a gota, hasta que de golpe y porrazo se junta todo y hace que el vaso explote en mil pedacitos.
 Luego te deja como si hubieses estado picando piedras bajo el sol abrasador, deshecha y completamente  ilógica. No paré de repetir ''no puedo '' y  ''soy tonta''. Eso es todo por la puta escuela a la que voy que me está destrozando los nervios y la autoestima. Y quiero irme, quiero dejarlo todo y desaparecer, pero me quedan solamente 4 semanas para terminar. Tengo que aguantar, tengo que aprobar y dejar de martirizarme cada vez que suena el despertador para asistir a clase.

Le conté esto a un par de amigas, porque a veces creo que no entienden lo mal que lo estoy pasando allí, que no es capricho y que de verdad, es un esfuerzo muy grande el que estoy haciendo.
La familia no ayuda en absoluto, lo único que no dejan de decirme es que estudie más, que no estoy haciendo nada y es verdad, pero joder, no van a hacerme espabilar diciéndome que soy una inútil y una vaga. Eso ya me lo repito yo sola cada día, y no solo en el aspecto académico.
En verdad, no creo que lo entiendan del todo, por muy gráfica que sea, por eso  lo único que hago, es hablar de los cuatro chascarrillos que pasan en clase y poco más. De todas formas sólo ''soy una exagerada''.

Imagino que esta blog-terapia me va a ayudar infínitamente más que cualquier charla con nadie. Debo de hablar más conmigo misma, supongo.

Por lo demás, estoy viviendo una fiebre por hacer dieta que me está poniendo los nervios de punta.
Todo el mundo que conozco está poniéndose a dieta y no cesan de repetirlo. Eso me hace sentirme peor, porque mi alimentación no está siendo especialmente buena.
De todas formas no aprecio muchos cambios físicos, quizás me esté manteniendo más o menos, aunque siempre esta la vocecita que te susurra ''quita de ahí, pon aquí, que eso se note más...'' y la verdad es que es una tortura.

Quiero cambiar, pero a veces la meta es tan a largo plazo que me parece imposible. Y no hablo exclusivamente de adelgazar, o de estudiar más, es más un cambio mental.
El problema parte de ahí, que me centro mucho en lo que va a pasar dentro de mucho, pero soy incapaz de centrarme en algo a corto o a inmediato plazo.
Habrá que centrarse más en el medio y no en el fin, que por una vez lo de ''el fin justifica los medios'', sea para algo positivo y productivo.

Sigo sin fumar y sin beber café. Me siento poderosa en ese aspecto.

domingo, 1 de febrero de 2015

Dimanche.

Otro mes que empieza. Y en domingo.
Para mí, los meses, los propósitos, las buenas acciones deben llevarse a cabo el lunes. Y eso que odio los lunes, pero suponen como la marca de inicio, el día D, como que si empiezas el lunes todo va a ir genial porque es el día propicio.

Es mi cuarto fin de semana ''encerrada''. Esto quiere decir que ni si quiera he trabajado este finde, quizás esta tarde vaya. No sé porqué lo llamo ''trabajo'', en realidad no estoy siendo reemunerada como tal, simplemente estoy colaborando en casa y en los negocios familiares.

Ha sido una semana realmente penosa. De siete días que tiene, cuatro me los he pasado llorando. Todo por mi poca falta de indiferencia hacia ciertas situaciones y comentarios. No entiendo como puedo ser tan poco consciente del poco tiempo que me queda para acabar el curso y lo mal que lo estoy haciendo en los exámenes, y sin embargo, dejo que cualquier estúpido profesor, haga un comentario desafortunado para que mi mundo se venga abajo.
En esos momentos, me siento como cuando tenía cuatro años y me regañaban por no saber colorear dentro de las líneas. ¿Tan frágil soy?

Ya desde bastante pequeña, los profesores le decían a mi madre que no sabía aceptar las críticas y que me lo tomaba realmente mal. Ya desde mocosa era una sufridora en potencia.

Y lejos de pensar que tengo una autoestima pésima, es porque creo que soy una narcisista de los cojones. Me creo tan importante, que espero que si estoy mal o incómoda, todo el mundo deje su vida de lado y acuda corriendo a consolarme y mimarme. Y no, no tengo cuatro años para que me suenen los mocos y me den abracitos y palmaditas en la espalda. Se supone que soy adulta y que tengo que asumir lo imperfecta que soy. Y enmendar mis errores.

Hago apología de muchas cosas, especialmente de la libertad. Libertad de pensamiento, libertad política, libertad religiosa, libertad sexual. Pero lo que en verdad estoy incentivando con todo ello en mis adentros, es la hipocresía. Soy una hipócrita de manual, la que tira de frases de ''es lo que hay'', ''no hay que ir en contra del sistema'', '' la iglesia es una empresa'', ''que tía más puta''.
Y no me siento orgullosa de ello, pero ahí demuestro lo poco libre que soy.

No quisiera irme dejando este sabor ácido en la boca. Sigo sin fumar, lo que a pesar de toda la ansiedad y estrés que estoy sufriendo últimamente, es un logro. Sigo deshaciendóme de personas chupa-sangre, lo cual también es genial porque no tengo ánimos para regalar. Y a pesar de todo aquí estoy, continuo la lucha, con menos fuerza cada día, pero sigo batallando.

Al menos hoy, estoy orgullosa de todo lo que dejo escrito, aquí lo pienso, aquí lo dejo y aquí no me censuro.