miércoles, 27 de abril de 2016

Después de un año.

El otro día releyendo entradas antiguas, me di cuenta que había pasado un año. Justo un año desde aquella noche.
Madre mía y si leo lo que escribía por aquellos días, me doy cuenta de lo mal que estaba y lo desgarrada que me sentía. Era como si me hubiesen arrancado un brazo de cuajo y tuviera la herida sangrante y palpitante durante varias semanas. Me acuerdo de la desesperación y de ver que no pasaban los días lo suficientemente rápido. De mirar el móvil cada cinco minutos por si me había escrito. De releer una y otra vez los mensajes, para intentar descifrar todo lo que me había dicho, por si me había perdido algo. De despertarme y sólo llorar. 

Y tenía la certeza absoluta de que no me iba a recuperar nunca, que ya no sería la misma persona. Que el tiempo podía seguir pasando, que el transcurso de los días no me iba a curar.
Mentira.

En un año han pasado muchísimas cosas. Y algunas han sido bastante más dolorosas y jodidas que una ruptura. Y otras han sido muy buenas. He acabado mis estudios, he seguido trabajando, me he ido de vacaciones con amigos, he salido de fiesta hasta quemar la suela de los tacones, he conocido a otras personas, he hecho prácticas de empresa en una entidad pública, he celebrado otro año nuevo, he dejado ese trabajo y he conseguido traspasarlo y he recibido una noticia nefasta pero que incluso ha hecho que mi familia esté más unida que nunca. 

No voy a venir aquí de guay, diciendo que me ha resultado súper fácil y que en un mes estaba todo olvidado. Eso no es verdad. En un mes, estaba bastante peor que los primeros días, porque había tenido 30 días para masticar y tragar todo lo que estaba pasando.
Y también es cierto que cuando te pasan estas cosas, te das cuenta de quiénes son amigos y quiénes son gente con la que compartes ocio. Así de claro.
Hasta para eso ha sido bueno.

Pero si puedo decir, que ya no estoy mal por esa persona. Obviamente me hubiese gustado acabar mucho mejor de lo que ha terminado todo, porque a día de hoy, no tenemos relación y hace seis o siete meses que no nos hemos visto. Y la verdad que ha sido suerte, porque somos de la misma ciudad, y con su mejor amigo tengo una relación excelente.
Así que pasar, se pasa.
También hay que hacer un esfuerzo en muchos aspectos. Y la combinación de rencor, estar cachond@ y alcohol no es nada recomendable, sólo empeora las cosas.

Pero el tiempo es sabio y sanador, y aunque parezca que no, al final todo se termina. Si termina con las cosas buenas, ¿por qué no con las malas?
Y de rencor sé un poco. Porque soy rencorosa por naturaleza, desde muy pequeña. Pero, para estas cosas, no sirve de nada, y te cierra puertas a otras personas nuevas.
Lo que yo pienso ahora, es que no quiero que le pase nada malo. Deseo que le vaya bien y que encuentre lo que está buscando. No sólo a nivel romántico, si no a todas las cosas.
Pero también sé que no quiero volver a pasar por lo mismo otra vez, y que un whatsapp a las 3 de la mañana no busca precisamente arreglar nada.

Así que ahora me encuentro en este punto. Después de un año. Perdonándome a mi misma por haber sido una maraña de mala hostia y desmadejada. Y como reza la canción de Estopa "dicen que el tiempo y el olvido son como hermanos gemelos", y es que es verdad, sólo hay que querer que los malos momentos se terminen. Pero siendo comprensivos y pacientes con nosotros mismos, después de todo...nos acaban de arrancar el corazón. 



viernes, 8 de abril de 2016

Fin de la aventura.

Pues ya está, fin de la aventura empresarial.
Al final encontré a alguien que quiso quedarse con la tienda, aunque no fuera el primer interesado que comentaba en la entrada anterior.
Fue un disloque importante, porque ya había desmontado la tienda al no tener respuesta en firme del primer interesado y tenía todo el mobiliario y demás en casa, pero bueno, con ayuda, al final todo salió bien, por eso estoy tranquila y contenta.

Dicho sea de paso, ahora estoy un poco desubicada, me siento nini, sin oficio ni beneficio. Ayudo en casa todo lo que puedo, porque no están las cosas para tirar cohetes precisamente, pero de alguna manera, me hace sentir bien el poder colaborar más abiertamente con mi familia.

También es cierto que necesitaba   un período de descanso y reflexión, ya que durante estos dos años, especialmente este último año, no he sabido lo que es un fin de semana en condiciones. Trabajar en la hostelería y en el sector servicios es lo que tiene, que no hay descanso, no hay tiempo libre para hacer planes, y ahora, lo tengo. De hecho, en un par de semanas, se está mascando un viajecito de fin de semana para la costa y la verdad es que me hace bastante ilusión.

Lo que si me preocupa, es el hecho de tener que buscarme aficiones, tareas que hacer fuera de lo que es ser la señora de la casa. Me explico: mi cabeza tiene que tener retos mentales, si no, el hastío y el aburrimiento hacen de las suyas y acabo sintiéndome como una ameba inútil.
Tengo muchas ideas de por medio, pero de momento son sólo ideas, también quiero darme tiempo para organizarme, ya que llevo tres días aquí solamente.

Así que me encuentro bien, algo desorientada, pero bien.