viernes, 8 de abril de 2016

Fin de la aventura.

Pues ya está, fin de la aventura empresarial.
Al final encontré a alguien que quiso quedarse con la tienda, aunque no fuera el primer interesado que comentaba en la entrada anterior.
Fue un disloque importante, porque ya había desmontado la tienda al no tener respuesta en firme del primer interesado y tenía todo el mobiliario y demás en casa, pero bueno, con ayuda, al final todo salió bien, por eso estoy tranquila y contenta.

Dicho sea de paso, ahora estoy un poco desubicada, me siento nini, sin oficio ni beneficio. Ayudo en casa todo lo que puedo, porque no están las cosas para tirar cohetes precisamente, pero de alguna manera, me hace sentir bien el poder colaborar más abiertamente con mi familia.

También es cierto que necesitaba   un período de descanso y reflexión, ya que durante estos dos años, especialmente este último año, no he sabido lo que es un fin de semana en condiciones. Trabajar en la hostelería y en el sector servicios es lo que tiene, que no hay descanso, no hay tiempo libre para hacer planes, y ahora, lo tengo. De hecho, en un par de semanas, se está mascando un viajecito de fin de semana para la costa y la verdad es que me hace bastante ilusión.

Lo que si me preocupa, es el hecho de tener que buscarme aficiones, tareas que hacer fuera de lo que es ser la señora de la casa. Me explico: mi cabeza tiene que tener retos mentales, si no, el hastío y el aburrimiento hacen de las suyas y acabo sintiéndome como una ameba inútil.
Tengo muchas ideas de por medio, pero de momento son sólo ideas, también quiero darme tiempo para organizarme, ya que llevo tres días aquí solamente.

Así que me encuentro bien, algo desorientada, pero bien.

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