lunes, 15 de diciembre de 2014

Lugar inapropiado, momento inadecuado.

Estar en el lugar apropiado en el momento adecuado.
No sé la de veces que habré oído esa maldita frase en toda mi vida y jamás me ha parecido que me haya sucedido a mí. Supongo que he ido dando tumbos de aquí para allá, de un sitio para otro, buscando un hueco en el cuál poder arrellanarme sin que me lluevan los codazos.

A veces el sólo levantarse de la cama supone una lucha. Todo porque no te despiertas en lugar apropiado y en el momento adecuado. Pero a veces pasan cosas, que te hacen ver que quizás no es lo que buscabas, ni lo que te esperabas, pero que de momento es tu sitio. De momento.

Y en este estado apático y anti-bucólico me encuentro ahora. Escucho el crepitar del fuego en la chimenea, mientras leo viejos correos, escritos desde aquel portátil viejo que tenía y que era una tartana con media pantalla rota. Y escribía maravillas y sin embargo, tenía un concepto pésimo de mi como persona, pero era una artista fantástica. O al menos eso pienso ahora.
¿Pasarán otros tres años hasta que vea algo bueno en mí?

Y no es que ahora me deteste, pero sí que hay veces que me encuentro culturalmente aniquilada. No me apetece leer, ni dibujar, dejé de escribir. Hasta que me topo con esos recuerdos que recordaba destruidos por completo. Pero supongo que si han aparecido hoy, será por algo.
Será que esa parte chiquitita de mi, pugna por salir y ganar, por escuchar algo de buena música, por salir del rincón del castigo al que la he estado sometiendo todo este tiempo.

Me dijeron que cuando había un problema, la cuestión no era preguntarse ¿por qué? ¿de dónde procede?, principalmente porque es imposible averiguarlo. La mayoría de nuestros demonios no tienen un día de nacimiento y un motivo que los empuja, son millones de situaciones y decepciones los que los hacen crecer. Y eso creo que es lo que ha pasado. Que sin darme cuenta, les he ido dando de comer y han echado raíces y se han hecho con el auténtico control.

No será tan fácil como pedirles amablemente que abandonen el recinto sin armar jaleo. Pero no quiero, no me apetece pasar otros tres o cuatro años de hastío y conformismo, no quiero ser otro tiempo perdido que quedó atrás.
Me niego.

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