lunes, 4 de mayo de 2015

Dicen que cuando te rompen el corazón, sientes un dolor tan grande, que no se puede describir con palabras.
Yo digo que lo que se rompe, no es el corazón: es el estómago. Es notar como un cuchillo se atasca en el esófago. Es como tener un gancho alrededor de tu estómago, que es pesado y afilado, y se clava y arrastra con todo su peso, hacia las entrañas.
Y cuando tu estómago desaparece dentro de ti, no hay dolor, no queda nada. Entonces eres capaz de desconectar de una forma automática, digna de un yogui rozando el nirvana. Y te sientes libre pero a la vez más atada que nunca a tus emociones. Dejamos de ser nosotros mismos, para convertirnos en una especie de espectro que vive por inercia.
En algún momento de La sombra del viento, leí la frase ''hay peores cárceles que las palabras...''y no la comprendía, ahora la entiendo, aunque no en el contexto de la novela, la entiendo en mi infierno personal.
Mi cárcel, es mi cabeza. No dejo de hacerme preguntas cuya respuesta ya sé. Pero que en resumen, me sirven para no apagar la última llamita de fuego que me queda. La esperanza, esa hija de puta que nos mantiene siempre alerta, que nos da ganas de vivir. A mi, casi me las está quitando, con su insistencia, con sus ''y si..'', con sus ''pero dijo que me quería'', con sus ''dale tiempo, seguro que...''.

También es lo primero en lo que pienso cuando me despierto y en lo último antes de acostarme. Y no es una frase manida y pastelosa, no me siento orgullosa y feliz de escribirlo. Me siento estúpida y perdedora, porque muy dentro de mi, me he convertido en otra gilipollas más.
Llorar no lloro, al menos no con esa desesperación. Pero no puedo soportar ver muestras de cariño, no puedo escuchar algunas canciones, no . No lloro, pero noto de nuevo el gancho arañándome por dentro y no quiero quedarme vacía de nuevo.

Tengo que vivir mi vida. Tengo que seguir con mis estudios, con mi trabajo, con mis amigos.

Con todo esto, tengo un autoestima bajo mínimos. Procuro no mirarme en el espejo, pero no dejo de palparme la piel en busca de consuelo, buscando que haya menos espacio entre la piel y el hueso. Pero, nuevamente, otro fracaso más, así que a ratos me arrastro entre la pena y el autodesprecio.
Qué genialidad.

1 comentario:

  1. No lo había pensado, pero si, lo que se rompe es el estómago, no el corazón...Es triste que alguien viva eso, sabiendo lo que es, lo que jode, lo que duele...No se me ocurre nada, la verdad. ni palabras de aliento ni pollas de esas. Podría decirte que al final es dejar pasar el tiempo, y no pensar en ello (pero te invade la mente y no se desengancha, no) que te centres en tus seres queridos, que se vuelquen en ti...Algún día mirarás atrás y verás que aunque no se haya ido del todo, al menos no te ocupa tanto el tiempo...Y mucho ánimo, aunque ahora no sirva de mucho.

    ResponderEliminar