martes, 10 de marzo de 2015

Los exámenes me quitan las ganas de vivir.

El título define bastante bien mi situación sentimental-actual. No doy pie con bola, me levanto malhumorada y me acuesto malhumorada. La verdad es que ya le empiezo a ver el fin, pues sólo me quedan tres exámenes más (dos mañana) y la tortura de las recuperaciones habrá terminado.

Digo recuperaciones, porque para mi asombro, a mis 21 años, he suspendido todo un trimestre menos una asignatura. Y lo mejor es que estoy completamente indiferente. 
A ver, siendo sincera, hay ratos en los que me subo por las paredes, de pensar que tengo que alargar la agonía de estudiar algo que detesto tres meses más, pero también es que soy realista y me he colgado el lema de ''despacito y con buena letra''.
Aparte, toda la gente molesta con la que tengo que convivir a diario, ya se habrá marchado y no tendré que aguantarles la cara de seta de campo ni un sólo día más. Ya sólo por eso, la opción me parece maravillosa.
Pese a todo, me sigo torturando por todas las cosas que no he estado haciendo bien durante el curso, pero ya de nada sirve lamentarse. Como cuando te comes un enorme pastel y notas como se va adhiriendo a esas partes de tu cuerpo que detestas. A lo hecho, pecho.
Hoy llevo estudiando desde las 9 de la mañana hasta las siete y media y todavía me queda ratito para repasar. Calculo que hasta las dos más o menos. Y siguiente examen. El próximo es pura teoría, así que bueno, es un descanso para mi cabeza de tanto número y tanta cuenta.

De lo que si me he percatado es, de que mi cabeza es una auténtica fábrica de complejos. Lo que ahora me sucede es que cuando tengo épocas de muchísimo estrés me veo más fea y más gorda de lo habitual. 
Según mi progenitora, la ropa dice la verdad, y la ropa me sigue quedando exactamente igual que hace un mes. No he cambiado y ese es el problema. 
También he escuchado una misma frase mucho durante estos dos días. Algo así que define a la locura como esperar resultados haciendo siempre las mismas cosas o de la misma forma. 
Esa sería mi definición perfecta. Repetir las mismas pautas de mierda una y otra vez y esperar que en una de tantas repeticiones, algo cambie. Y nada va a cambiar de esa manera.
Por eso hoy le he puesto empeño a este examen. Quiero aprobar, necesito aprobar. Necesito ver que valgo para algo que sea más que formar parte de una masa de estudiantes renegados. Quiero tener la certeza de que he aprendido algo.

1 comentario:

  1. Sirves para muchas mas cosas, aunque ahora no puedas verlo. Pero al menos no te estas agobiando con los suspensos como habrias hecho un par de años atras.
    Mucha mierda!

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